A los 12 años pasé mi primer gran conflicto existencial... de pronto y no sé a raíz de que me pregunté "¿y qué si dios no existiera?", y fue mi primer encontrón de frente con lo evidente... ya el sólo hecho de dudar de su existencia no me cabía dentro de las posibilidades de un ser todopoderoso... más aún cuando en el colegio cantabamos una canción que decía "(8) el amor de dios es maravilloso /grande es el amor de dios / tan alto que no puedo estar arriba de él / tan bajo que no puedo estar abajo de él / tan ancho que no puedo estar afuera de él / grande es el amor de dios (8)" y en el peor de los casos, ahora lo veo como el peor de los casos, su existencia y mi duda frente a su existencia me sonaba a condena eterna. Y era tan ingenuo que me sentía culpable de mi falta de fe y oraba por la paz mundial y aquellos niñitos que morían de hambre en otras partes del planeta. Y es que ahora que lo pienso, no fue nunca mi culpa... mal que mal pasé mis primeros años "concientes" en un país literalmente "dejado de la mano de dios", tan dejado estaba que no recuerdo haber oído acerca de este ser supremo antes de los 5 años cuando ingresé a un colegio de sacerdotes en Chile. Definitivamente me da por pensar que en Nicaragua dios no existía... quizás quedaba muy lejos para que él llegara o quizás simplemente no le interesabamos en ese país bananero inmerso en batallas de poder entre Sandinistas y Somosistas. Como sea, luego de pasar practicamente un año en encierro voluntario en mi habitación, saliendo practicamente sólo para ir a clases y para comer...al parecer me pareció lo más fácil volver a creer como oveja que vuelve al rebaño... luego de meses y meses de dudas, así sin más... volví a considerarme católico. La penúltima fue a los 17 años, luego de un dificil proceso de cuestionamiento, volví a creer porque me encontré con gente en mi camino la cual lograba que vieras a dios como un adorable anciano de largas barbas canas. El gran error vino despues... hice todo el proceso para mi confirmación por la iglesia católica. Para mi desgracia, un par de meses despues de cumplir con esta ceremonia, dejé de creer de forma definitiva. Me libraba así de la carga emocional e intelectual pero no del estigma (ya era un católico de tomo y lomo aún cuando no quisiera seguirlo siendo). Ahora sé que existe una especie de "renuncia al catolicismo" y es un trámite algo engorroso, pero me parece justo y necesario hacerlo en algún momento. Creo que la mejor época de mi vida fue la infancia. Será porque no tengo conciencia del país en extrema pobreza en el que viví que no me sorprende ver niños sin zapatos por las calles, será por eso también que nunca he tenido problemas para relacionarme con la gente necesitada. Y no soy ni el padre Hurtado ni Teresa de Calcuta, la caridad hay que dejarla a esa gente que camina sobre las aguas y perdona los pecados, nosotros y nosotras, hermanos y hermanas en la necesidad y la carencia (el dinero, como has de sospechar, no es lo único que falta ni lo único que extrañamos, querida) hemos de acompañarnos, compadecernos y finalmente comprendernos, la caridad no va con nuestro estilo de vida, para eso hay que tener tiempo de sobra, y a mi siempre las 24 horas del día me han quedado cortas (será por eso que casi no duermo). Hace menos de dos semanas opté por realizar una de mis características visitas a horas inapropiadas a mi queridísima amiga Trinidad y vaya como me sorprende su cada vez más madura y reflexiva pequeñita persona (cuando la conocí ella apenas tenía 17 años y yo me embobé de manera sorprendente, muy al estilo de "lolita", con esta pequeña que era capaz de armar y desarmar la vida como un cubo rubik sin el menor remordimiento. Y ahora que lo pienso, de eso versa la vida, de armar y desarmar, de tener la capacidad de reinventarse, de ser capaz de formar una nueva vida justo cuando la anterior acaba de marchitarse en nuestras narices. El fénix renace de las cenizas, yo que soy algo así como el pariente pobre, siempre he de guardar un pedazito de mi antiguo yo y me armaré en torno a este... aún le temo a desaparecer por completo. No tengo el impetú adolescente de esta María Trinidad de tan sólo 20 años. Creo que hace mucho no me sentía desnudo de esa manera frente a alguien como cuando Trini, luego de muchos minutos escuchando mis descargos contra la vida pasada y la por venir me tira a bocajarro un "tu problema, weon, yo creo que es que naciste sin patria, weon, por eso nunca te sentis a gusto en ningún lugar". Y jamás pensé que alguien podría hacer una crítica más acertiva que yo mismo respecto a mi. "tenis que sentirte a gusto contigo mismo y dejar de pensar que los demás, personas, instituciones y lugares, son los que no te dejan desarrollarte". Y la verdad nunca me sentí más apátrido que en ese momento, y nunca sentí más latente que en ese momento el sentido de ser "hijo de la dictadura". Habrás de saber, mi querida, que por ser mis padres exiliados (cada cual de su respectivo país y por asuntos políticos en aquella puta etapa latinoamericana) yo perdí el beneficio de la nacionalidad tanto en un lado de la cordillera como en el otro (Chile / Argentina). En aquel entonces mi padre separado de palabra más no por las leyes de su primera esposa (la madre de mis 4 hermanos mayores) estaba vetado de reconocerme como su hijo y esto a la vez impedía que yo accediera a la nacionalidad belga (país donde nací y viví mi primer año de vida) por ser en aquel entonces las leyes tajantes al momento de discriminar a los hijos "naturales". Todo esto no sería más que una anécdota hasta el año 97 cuando debí partir a sacar pasaporte para poder viajar de vacaciones a México junto a mi mamá y a mi hermana. Por ser menor de edad me solicitaron la autorización de mi padre, el problema era que yo no supe nunca explicar que mi papá nunca había vivido con nosotros y que yo más bien creía que lo que menos le interesaba era si salía o no de Chile sin su autorización (ni siquiera le deben haber importado todos esos años sin verme). Creo que fue uno de los momentos más humillantes y en el que sentí más ganas de llorar de impotencia. Si nunca me había ayudado en nada, ¿por qué estando ausente venía a cagarme la vida?. Finalmente, al llegar mi madre a la casa por la tarde le conté lo sucedido y ella procedió a contarme la historia anteriormente mencionada... en verdad nunca necesité el puto permiso paternal más que para ser humillado al día siguiente asumiendo frente a una vieja de mierda de un servicio público que para fines legales era "guacho". Aunque no llegaría a sentirme realmente como tal sino, nuevamente, hasta muchos años despues, por ahí por el año 2005 en mi segundo viaje a Bahía Blanca, Argentina, cuando me sentí no menos que burlado nuevamente por un padre que sólo aparecía para provocarme malos ratos, el muy hijo de puta (espero abuela, que sepas perdonarme). Hasta aquí llega la primera parte de esta historia, que es tanto desahogo como biografía, querida Radhe.
Govinda.
pd: adjunto la letra de una canción que podría calzar con esta parte de la historia...
1 comentario:
Hola... notable canción y demasiado adecuada para lo que relataste... en verdad entiendo bien lo de las crisis divinas, tb fui a colegio católico, tb hice la confirmación y justo luego de esta no creí. Pero no creí en la Iglesia. Sigo teniendo fe en Dios, por qué? no tengo idea, pero la tengo no más.
De lo otro no digo nada porque no sé y no voy a decirte que me lo imagino, porque aunque lo intente no llegaré a saberlo, la empatía no llega a ser tan poderosa, de hecho creo q es uno de los ejercicios más difíciles...
En fin, gracias por tu post... y nos estamos leyendo!!!
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